LAURA LEGAZCUE-Achieved the Condor de oro 2005.San Luis.Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires.

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Laura L by Roberto Yabrek

miércoles, 13 de mayo de 2015

"Los Cafés de la Plaza" Escrito por: Luis Grene

"Los Cafés de la Plaza" Escrito por: Luis Grene A mediados del viejo siglo, muchos noctámbulos recalaban en los tradicionales cafés y bares de la Plaza Cagancha. Cuando 1940 era un número nuevito en los almanaques de Introzzi se vivió el auge del Café Ateneo. Fue uno de los últimos sitios donde actuó la llamada Orquesta de Señoritas, con unas damas medio veteranas que tocaban sus bandoneones y violines. En el descanso dejaban sus instrumentos y junto a sus parejas disfrutaban de un refresco con un chorrito de licor de guinda. Todos los viernes en el Café Ateneo se organizaban los llamados "Certámenes de Nuevas Voces" dirigidos por el pionero de la radio Don Agustín Pucciano. Ahí fue donde Canaro escuchó cantar a Carlitos Roldán, que cada tanto actuaba como artista invitado. También en ese escenario hizo su aparición montevideana Julio Sosa, que ya era conocido en Las Piedras por haber cantado en Los Rosales y en el Café Continuado de su amigazo el Cacho Maggiolo. También en esa zona había otro baluarte de la céntrica bohemia. Se trataba del Café Metro y sus madrugadas llenas de peñas literarias. Muy tarde aparecía Onetti, que trabajaba en la agencia Reuters y muy serio y lacónico daba sus opiniones sobre sus admirados Faulkner y Celine. También estaba Paco Espínola, que mientras armaba lentamente un cigarrito demostraba que charlar y contar historias podía ser un arte delicado y exquisito. Otro bastión de esa zona de la Plaza Cagancha fue el Café Libertad. Tuvo el honor de servir de punto de encuentro de escritores y críticos literarios de la talla de Emir Rodríguez Monegal. También en sus mesas se hablaba de pintura cuando llegaba el artista Miguel Angel Pareja, que mucho después llegó a ser director de la fermental Escuela de Bellas Artes. Quizás el más popular de esa zona fue el legendario Sorocabana, desde cuyas mesas y butaquitas se marcaba el ritmo de la cultura montevideana. Sus noches de aromático café tejieron leyendas que aún retumban en la memoria de los más veteranos. Uno de sus personajes fue el pintor Cabrerita, que deambulaba entre los parroquianos del Sorocabana y terminaba realizando un hermoso dibujo a cambio de algún espumoso capuchino con medialunas. También se veía a jóvenes muy concentrados como el poeta Humberto Megget, que no paraba de escribir sus versos en las pequeñas servilletas. Un joven de gran físico llamado Manolo Lima hablaba con voz muy segura sobre política, pintura y el arte del grabado. Ese mítico café también fue visitado por Líber Falco, que en plena madrugada tenía que salir apuradísimo hacia su panadería de Villa Muñoz. El Bar Latino tenía dos entradas, una sobre 18 y la otra sobre la misma plaza. Entre sus habitués estaban figuras tangueras como Miguel Villasboas y también muchos músicos que tocaban en el sótano de Teluria, en Cuareim casi 18. Madrugadas de libros, tangos y buena charla. Vivencias del pasado Montevideo que supieron latir con mucha fuerza en los llamados cafés de la Plaza Cagancha. Con más recuerdos y música los esperamos en la cx40 Radio Fenix los domingos a las 18:hs

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